Detrás de las políticas culturales del Ecuador
- Mauchi Heinert K.
- Jul 18, 2018
- 7 min read

Antes de empezar quisiera señalar que este ensayo lo hice con el propósito de llegar a conocer mejor la situación política cultural de mi país, Ecuador. Me he guiado de fuentes confiables que luchan día a día por concienciar la situación cultural del país.
A través de una revisión bibliográfica de lo que sucede en el mundo de las políticas culturales en el Ecuador presentaré en este ensayo puntos críticos y reflexiones de distintos historiadores, críticos, gestores, escritores, cineastas, arqueólogos y curadores. Quienes apasionados por el desarrollo ético cultural del país luchan por refutar la obscenidad y corrupción del Ministerio de Cultura, creado por el Ex Presidente Rafael Correa en el 2007. Concienciando la situación se pretende escribir oraciones que expongan lo que sucede en el mundo de la cultura desde: las letras, la relación de los ciudadanos con el arte, lo que se pretende del mundo teatral y todas las demás manifestaciones artísticas.
Son muchos los desafíos que enfrentan los combatientes del arte con respecto a la pérdida de identidad artística del país en la última década. El hecho de que se haya creado un espacio institucional de la Cultura Pública que nunca logró concretarse y, que incluso, destruyó lo que se conservaba dice mucho sobre la situación actual. Como claro ejemplo, véase el caso de los museos públicos, que en la actualidad traspasan un periodo de caos. También, se evidencia un continuo cambio de ministros culturales, reflejando así de manera obvia la inestabilidad de la institución. Lo dicho hasta aquí supone de la necesidad de activar acciones en el campo del emprendimiento en las nuevas economías y relaciones entre lo privado y público en cuanto a que es inevitable para vencer así el infernal ministerio que quema la cultura del Ecuador.
Lo único que se difunde y se crea en la cultura del país es la abundancia del eventismo. Este llamado “eventismo” aparece de “un síntoma que puede interpretarse de varias formas: políticas públicas que no se afianzan en prácticas reales, desconocimiento (desde el sector de los gestores culturales) sobre los pocos recursos, oportunidades o incentivos que existen desde lo público para gestionar la cultura, incapacidad de haber creado públicos por diversos motivos, tal vez uno de ellos esté relacionado a la gratuidad impuesta desde el Estado, que no ha sabido leerse, y que en el momento en que desaparece, no suscita en el consumidor una necesidad” (Briones, 2016). A su causa, los gestores culturales ya no quieren tomar decisiones o hacer propuestas en relación al arte por la falta de responsabilidad y ordenamiento que existe en el sector público.
No se pierde la esperanza de que en un futuro las políticas culturales sean fortalecidas por quienes puedan dirigirlas con eficiencia. Para así, dejar a un lado todo lo que ha acumulado hasta la actualidad: fisuras en la administración cultural pública y el afán por promover meramente lo espectacular y entretenido dejando morir el esfuerzo sobre el pensamiento crítico e intercultural. La misión esta en cambiar el modelo de gobernanza de lo público con funcionarios que puedan aportar modelos correctos en la organización del trabajo cultural y en el uso adecuado del equipamiento cultural y los espacios públicos.
Es de suma importancia hacer voz para llamar la atención de los ciudadanos quienes deben reconocer el engaño, embuste e infundio que los registros oficiales esconden en sus resoluciones. Para evidenciar esta catástrofe me permito aquí citar una de las sinfines corrupciones que atentan contra el Patrimonio Cultural. “Las competencias para preservar, mantener y difundir el patrimonio cultural, lo arqueológico inclusive, se encuentran en proceso de transferencia a los GAD municipales, lo que fue dispuesto a través de la Resolución-0004-CNC-SE-2015 del 14 de mayo de 2015 y publicada en el Registro Oficial Nº 514 del 3 de junio del mismo año. Dicha resolución está basada en lo que establece el art. 144 del Cootad (Código de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización), según el cual, los GAD deberán asumir y dar cumplimiento plenamente a estas disposiciones, con lo cual habrá una mejor preservación de los bienes patrimoniales de su jurisdicción. Hasta diciembre de 2015, solo 39 de 221 cantones habían asumido estas competencias (esto representa el 18% del total nacional) cumpliendo con la recepción del inventario de bienes patrimoniales y el catastro de museos, bibliotecas y archivos” (Chancay, 2016).
Son gritos de desesperanza los que sueñan con una restauración completa de este sistema disfuncional. Por querer emplear una práctica decente en la cultura del Ecuador que acredite su valor merecido. Por querer cooperar con verdaderos profesionales instruidos en los ámbitos culturales. Por querer destinar el presupuesto en exposiciones razonadas en investigaciones. Por querer hacer crecer y desarrollar el arte de su país. Por querer, tal como el Colectivo la Limpia lo mencionó en un pasado y recientemente lo recordó Rodolfo Kronfle, curador y crítico de arte, en el telégrafo: incentivar una ley de mecenazgo que incentive y dinamice la gestión cultural privada. Por esto y mil razones los que emprenden y se dedican a la cultura ecuatoriana necesitan ganar la batalla para hacer desaparecer el Ministerio de Cultura, únicamente así, la cultura de nuestro país recibirá el valor digno que verdaderamente merece.
También es de hacer saber la pena y vergüenza en la región de las disciplinas académicas, donde las artes escénicas, no aparecen. Tales como: el teatro, la danza y performance pasan por inexistentes en el ámbito académico público de los ecuatorianos. Con esto en mente detengámonos un momento para reflexionar acerca de lo que define la UNESCO como cultura “el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias." Es de urgencia exigir que las artes escénicas constituyan parte de la memoria histórica del país, para que así también se implementen estudios e investigaciones de estas.
Uno de las preocupaciones más vistas trata sobre la contaminación de la cultura “entre megaconciertos y música olvidada. Entre bestsellers y poesía «que no se vende». Entre comida chatarra [1] y cocina tradicional. Una política cultural del Estado deberá tomar en cuenta a la cultura de consumo. Encontrar formas de defender lo que daña. Y aprovechar su fuerza para difundir mejor los productos de escritores, artistas, clásicos y nuevos, y, por cierto, a los cultores del arte popular. Auspiciar eventos literarios, ediciones independientes, conciertos. De lo otro se ocuparán, con o sin ayudas, los creadores auténticos que saben que su trabajo es sobre todo «valor de uso»: don, oficio, gusto, pasión, concepto. (Ubidia, 2016)”
En una investigación realizada por Lourdes Méndez, estudiante de la Universidad del País Vasco, se recopila en breve el desarrollo de “Un Ministerio de Cultura, siete Ministros y dos planes de política culturas”. Se demuestran cómo los sucesivos gobiernos del Ecuador, han creado la noción de estar haciendo realidad un Ministerio de Cultura cuando en verdad no han creado nada más que un arsenal de documentación empeorando la cultura del país. Empezando por, estar dirigido por siete personas que se les concede el poder de diseñar la política ecuatoriana desde principios del 2007, pero que en verdad carecen de conocimiento para ponerlo en práctica o para conducirlo asertivamente, de hecho eran algunas de las organizaciones indígenas y de mujeres las que elaboraban el Plan Nacional de Cultura del Ecuador, el cual se convocó durante dos meses en un “Diálogo para el Plan Nacional de Cultura” y recabó “propuestas, demandas y criterios a representantes del Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador (CODENPE), del Consejo del Pueblo Afro-ecuatoriano del Ecuador (CODAE), del Consejo Nacional de la Mujer (CONAMU), de la Mesa de Diálogo de Cultura convocada por la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (SENPLADES), y de la Casa de la Cultura Ecuatoriana”. Para el Ministro, debido a que carecía de conocimientos culturales, las aportaciones de esos colectivos le habían permitido “identificar algunos aspectos o temas de absoluta coincidencia, e incluso de consenso:
El Plan y las políticas culturales del país deben identificarse y desarrollarse a partir del enfoque de Derechos Culturales para los ecuatorianos.
Se torna impostergable asumir la interculturalidad como un enfoque esencial de las políticas públicas.
Asumir la diversidad cultural del país no desde una perspectiva únicamente etnicista
Incorporar el concepto de Equidad como eje estratégico de la política cultural pública.
Proponer la participación como un proceso consustancial a la construcción de políticas culturales”.
Ni el Sumak Kawsay [2] ni la descolonización forman parte del desarrollo de este plan que se podría calificar como “moderno” y que recoge líneas de política cultural ya propuestas. En una entrevista realizada a un poeta ecuatoriano (anónimo) se insiste en la inestabilidad política por la que atravesaba un país en el que "los movimientos populares e indígenas habían derrocado a varios presidentes. Entonces surge este candidato, Correa, más bien desconocido pero vinculado con ciertos sectores de izquierda, y dentro de ellos aparece también Pachakutik-CONAIE11[3]. De ahí surge la idea, de alguno de esos intelectuales izquierdista, sobre la idea del Ministerio de Cultura.
Pero cuando llegan al gobierno en realidad no tienen ni idea de para qué lo quieren. La Entrevistadora diría que fue un cálculo personal de Galo Mora, brazo derecho de Rafael Correa, pero cuando triunfa Correa al poco se lo lleva como Secretario de Presidencia. Entonces no saben qué hacer con ese Ministerio, tanto así que nombran a un poeta, Antonio Preciado. Cuando lo nombraron todos los que le conocían sabían que no iba a pasar absolutamente nada. Luego aparece en contexto Erika Sylva, política, entra al cargo sin tener la menor comprensión antropológica ni tradicional de la cultura ecuatoriana.
Viendo así cómo fue formado el Ministerio de Cultura y quiénes son los responsables de dirigirlo notamos palpablemente el daño ocasionado. Para terminar, quisiera mencionar que mi ensayo pretendiendo meramente reflexionar sobre las atrocidades que el Ministerio de Cultura ocasionó en exactamente 11 años. También, es importante mencionar que los demás ministerios fueron los responsables de afectar la economía, ser la causa de desempleo a un gran número de ciudadanos, acabar con los recursos naturales y entre otros acontecimientos más. Pero, el hecho de atentar con la cultura del país, la identidad nacional y lo que marca nuestra historia en el tiempo es un delito superior. Por eso es importante que se cree conciencia, que se revisen pausadamente las políticas culturales que el Ministerio de Cultura provee, que se propongan soluciones y que no se deje de luchar por un ideal ético y merecido para el bien de mi país y sus ciudadanos.
[1] Aquellos alimentos que disponen de importantes niveles de grasas, sal, azúcares, condimentos y aditivos.
[2] Una palabra quechua referida a la cosmovisión ancestral de la vida. Desde finales del siglo XX es también una propuesta política desarrollada principalmente en Ecuador y Bolivia. En Ecuador se ha traducido como "Buen vivir" aunque expertos en lengua quechua coinciden en señalar que la traducción más precisa sería la vida en plenitud.
[3] Un movimiento político ecuatoriano de tendencia indigenista, del ala más progresista de esta, surgido el 5 de junio de 1995 con el fin de representar los intereses del movimiento indígena liderado por la CONAIE (Confederación de Nacionales Indígenas del Ecuador).
Comments